Exhortación 4ª
Cuando una calamidad se abate sobre alguien, lo primero que hace es buscar auxilio en sí mismo. Si no logra librarse con sus fuerzas de la desgracia que ha caído sobre él busca entonces la ayuda de las criaturas. Acude a os sultanes, a los funcionarios, a los médicos, a los consejeros... En tercer lugar, si no encuentra consuelo y remedio en nadie, entonces es cuando dirige la mirada hacia su Creador y lo invoca pidiendo alivio. Si encuentra sen sí mismo la solución, no acude a las criaturas. Si no la encuentra en sí mismo y le sirve la ayuda de las criaturas, no recuerda a Allah. Pero si se ve obligado en última instancia, eleva su voz pidiendo a su Señor Verdadero que lo auxilie y los saque de apuros. Pero lo mejor para él es no encontrar tampoco la ayuda de Allah. Entonces se postra abandonado por todos y descubre su precariedad y su insuficiencia entre sus movimientos regidos por el temor y la esperanza. Allah no responde con lo que verdaderamente Él es hasta que el ser humano no desespera completamente.
Es entonces cuando el ser humano se convierte en un espacio vacío que pide a Allah ser colmado con la Verdad. Es entonces cuando Allah lo sumerge en el universo del poder y actúa en él con su acción. El individuo desaparece aniquilado al morir su mundo de causas y efectos. Y a partir de entonces sólo distingue la acción una de Allah: ya no hay calamidades en su universo, sino el fluir del movimiento de Allah. Ese hombre se ha transformado en algo sutil, en puro espíritu contemplador: tan sólo ve la acción verdadera, sin juicios de valor, y descubre que sólo Allah es agente, que nada es movido o calmado más que por Allah. Para él dejan de existir el bien y el mal, el daño y el beneficio, la abundancia y la escasez, la vida y la muerte, ... para él ya no hay orgullo ni humillación.
Se entrega al Destino como un niño a quien lo amamanta. Ha dejado de esperar de sí mismo y de los demás: se ha ausentado en la contemplación del devenir. Ya no ve más que la acción del Uno. No oye ni comprende lo que se le dice: hasta él sólo llega el sonido de su Señor. Y cuando ve, cuando oye, cuando comprende, su ojo tiene otra forma de ver, su oído otra forma de oír y su entendimiento tiene otra forma de comprender.
Si encuentras alguna vez a alguien que responda a esta descripción, acompáñalo. En su compañía se borraran tus tribulaciones porque matará tus temores y tus esperanzas. Escucha sus palabras hasta encontrar la calma. Lánzate al conocimiento verdadero de Allah, confía en Él y Él te guiará por sus caminos. Asómate al universo de su poder y sumérgete en la sabiduría que todo trastorna, y después Di: "Al-hámdu lillâhi rábbi l-'alamîn".
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