LA DOCTRINA DE LA UNICIDAD DE SHEIJ AL ALAWI




Extracto de citas y comentarios sobre la doctrina de la Unicidad del Ser del sheij Al Alawi.
Por Marting Lings.
 
 
El Shayj Ahmad al Alawi hace el siguiente comentario en su obra Al‑Minah al‑Quddusiyya, comentario de Al‑Murshid al‑Mu’în de Ibn ‘Âshir:

«Ve, pues, oh siervo, lo que te pertenece a ti, pues, si tú te cualificaras con alguna de estas cualidades, estarías en conflicto con tu Señor.
A Al-lâh pertenece la prerrogativa del Ser, y el Ser es el verdadero Sí Mismo de Aquel que es. Es el Ser Absoluto que no se puede limitar ni medir, ni poner de lado. No puede existir otro ser al lado de este Ser, en virtud de Su Infinitud, de la Fuerza de Su Manifestación y de la Inmensidad de Su Luz. Debes saber que este Ser no tolera ninguna negación en el ojo interior de los Gnósticos, como tampoco los objetos sensibles toleran ninguna negación en la visión de los que están velados (por la ignorancia). E incluso la evidencia de la verdad espiritual es para el Intelecto más fuerte y más directa que la evidencia del objeto sensible para los sentidos. Así, la Manifestación del Ser Absoluto se impone a la percepción del Sufí de tal forma que éste se halla completamente sumergido en su realización del Infinito. Si recorre el vasto Sin Principio no descubre ningún punto de partida, y si se vuelve hacia el Sin‑Fin, no encuentra ni límite, ni finalidad. Se sumerge en las profundidades del Misterio más secreto y no encuentra salida, y se eleva a través de la jerarquía de la Manifestación Exterior y no halla escape, de modo que, en su perplejidad, implora un refugio. Entonces, las Verdades de los Nombres y de las Cualidades se dirigen a él, diciéndole: "¿Acaso tratas de limitar la Esencia? ¿Querías atribuirle dimensiones? Estás en una estación que conlleva el conocimiento de los Secretos de los Nombres y de las Cualidades. ¿Qué tienes que ver con las cosas creadas?" Y entonces se abandona el Ser y ve que no hay, fuera de Él, ni nada ni ser».

» No sirve de nada afirmar Su Trascendencia con la lengua mientras en el corazón se afirma Su semejanza con otras cosas. Si estás velado, aunque parezca que afirmas Su Trascendencia, afirmas de hecho Su Semejanza con algo que es otro que Él por tu incapacidad de concebir la Verdad de Su Trascendencia, mientras que, si Lo conoces, aunque parezca que Lo comparas con otros, afirmas de hecho Su Trascendencia por la total anulación de tu ser en Su Ser. En una palabra, la afirmación de Su Semejanza por parte del Pueblo trasciende la afirmación de Su Trascendencia por parte de la mayoría.

» El conjunto del Pueblo de Allah puede ser dividido en tres grupos. El primero es el grupo de aquellos que ven que no hay ningún agente salvo Al-lâh, realizando así la Unidad en los Actos por medio de la percepción intelectual directa y no meramente por medio de la creencia, pues ven el único Agente a través de la multiplicidad de los actos. El segundo es el grupo de los que realizan la Unidad en las Cualidades, es decir, que nadie tiene oído, vista, vida, habla, poder, voluntad, conocimiento, salvo Al-lâh. El tercero es el grupo de los que realizan la Unidad en la Esencia y que están velados respecto de todo lo demás porque la infinitud de la esencia les ha sido revelada, de modo que no queda lugar para la apariencia dé ninguna cosa creada. Ellos dicen: "En verdad, no hay nada más que Al-lâh", pues lo han perdido todo salvo a Él. Éstos son los esencialistas y los Gnósticos unificadores, todos los demás están velados y no están atentos; no han gustado el sabor de la Unidad ni sentido el perfume de la Singularidad, sino que tan sólo han oído hablar de esta doctrina y creen adherirse a ella porque ha llegado a sus oídos. En realidad, están lejos de la Verdad y separados de Ella.

En su enseñanza oral, el Shayj acostumbraba a parafrasear como sigue las fórmulas del Shayj Al‑Bûzîdî sobre estas verdades:

« El Infinito o el Mundo de lo Absoluto, que concebimos como exterior a nosotros, es, por el contrario, universal y existe dentro de nosotros así como fuera. Sólo hay Un Mundo, y es Él. Lo que vemos como el mundo sensible, el mundo finito del tiempo y del espacio, no es más que una conglomeración de velos que ocultan el Mundo Real. Estos velos son nuestros propios sentidos, nuestros ojos son los velos de la Verdadera Visión, nuestros oídos son los velos de la verdadera Audición, y lo mismo ocurre con los demás sentidos. Para poder tomar consciencia de la existencia del Mundo Real es necesario apartar los velos de los sentidos... ¿Qué queda entonces del hombre? Queda un débil destello que se le revela como la lucidez de su consciencia... Hay una perfecta continuidad entre este destello y la Gran Luz del Mundo Infinito, y, cuando esta continuidad ha sido captada, nuestra consciencia puede (por medio de la oración) tomar impulso y desplegarse por así decirlo en el Infinito y no ser más que Uno con Él, de modo que el hombre llega a ver que sólo es el Infinito y que él, la consciencia humana, existe solamente como un velo. Una vez que este estado se ha realizado, todas las luces de la Vida Infinita pueden penetrar en el alma del Sufí y hacerle participar en la Vida Divina, de modo que tiene derecho a exclamar: "Yo soy Al-lâh". La invocación del nombre Al-lâh es como un intermediario que va y viene entre las vislumbres de la consciencia y los esplendores deslumbrantes del Infinito, afirmando la continuidad existente entre ellos, entrelazándolos en una relación cada vez más íntima, hasta que "se funden en la identidad"».


El Shayj hace algunos comentarios detallados sobre los opuestos de las Cualidades Divinas, que Ibn ‘Âshir enumera afirmando que son imposibles en lo que concierne a Al-lâh. A continuación algunas citas de lo que dice acerca de la nada, la extinción, la muerte, la sordez, la mudez y la ceguera:



« Aquí habla de lo que es imposible respecto de Al-lâh e inevitable para el siervo, y por "siervo" el Pueblo entiende el mundo, desde su cenit bajó el Trono hasta su nadir en los confines inferiores de la creación; es decir, todo cuanto ha entrado en la existencia a la palabra "¡Sé!", todo lo que es "otro". Así pues, toma consciencia, hermano, de tus propios atributos y mira con el ojo del Corazón el comienzo de tu existencia, cuando surgió de la nada, pues, cuando verdaderamente habrás tomado consciencia de tus atributos, Él te enriquecerá con los Suyos.



» Uno de tus atributos es la pura nada, que te pertenece, así como al mundo en su totalidad. Si tú reconoces tu nada, Él te enriquecerá con su Ser....



» La extinción también es uno de tus atributos. Tú ya estás extinto, hermano, antes de que te extingas y no eres nada, antes incluso de ser aniquilado. Eres una ilusión en una ilusión y una nada en una nada. ¿Cuándo has tenido la Existencia para que puedas extinguirte? Tú eres como un espejismo en el desierto: el hombre sediento cree que es agua, hasta que, llegado allá, no encuentra nada; pero en su lugar encuentra a Al-lâh (Corán, XXIV, 39). Igualmente, si te examinaras a ti mismo encontrarías que este "ti" no es nada, y allí encontrarías a Al-lâh, es decir, que encontrarías a Al-lâh en vez de encontrarte a ti mismo y no quedaría de ti más que un nombre sin forma. El Ser en sí pertenece a Al-lâh, no a ti; si llegaras a captar esta verdad y a comprender lo que es Al-lâh despojándote de todo lo que no es tuyo, descubrirías que eres como el corazón de una cebolla. Si la pelas, quitas la primera piel, luego la segunda, la tercera, y así sucesivamente hasta que ya no queda nada de la cebolla. Así es el siervo con respecto al Ser de la Verdad.



» Se dice que Râbi’a al-‘Adawiyya encontró a un Gnóstico y le preguntó sobre su estado, y él respondió: "He caminado por el camino de la obediencia y no he pecado desde que Al-lâh me creó", oyendo lo cual ella dijo: "Ay, hijo mío, tu existencia es un pecado al que ningún otro puede compararse."



» Camina, pues, hermano, por el camino de los que realizan la Unidad y afirman que el Ser no pertenece a nadie más que a Al-lâh, pues, si alguno de entre el Pueblo se atribuye el Ser a sí mismo, es culpable de idolatría. Sin embargo, la mayoría no puede evitar afirmar la existencia de lo que es otro que Al-lâh, aunque al hacerlo afirma todos los males.



» La vida no es uno de tus atributos, pues tú estás muerto bajo la apariencia de la vida, como un poseso que pretende ser alguien que no es. Pero si te llevaran ante tu Señor, con el cuerpo yacente como el de tu padre Adán, Él te insuflaría Su Espíritu y te crearía a Su Imagen; entonces, habiendo realizado tu estado de muerte, podrías decir sin error: "Estoy vivo", mientras que antes, al atribuirte la vida y al darte una existencia independiente, estabas en conflicto con tu Señor.



» Otro atributo del siervo es la sordez. Tú eres sordo ahora, oh siervo y, el Oído no pertenece a tu naturaleza. Al-lâh es El que Oye, y es porque te atribuyes esta facultad a ti mismo, por lo que eres sordo. Aunque tienes orejas, no oyes. Si pudieras oír, oirías la Palabra de Al-lâh en todo momento y en toda circunstancia, pues Él nunca ha cesado de hablar. Pero, ¿qué oyes tú de esta Palabra y qué entiendes de este Discurso? Tú eres sordo y te encuentras todavía en lo más hondo de la nada. Pero si accedieras al Ser, oirías entonces la Palabra del Universalmente Adorado, y si pudieras oírla, podrías responder. Sin embargo, ¿cómo podrías responder, si la mudez es una de tus cualidades? ¿Cómo puedes pretender que posees el Habla, que es uno de los Atributos de tu Señor? Si verdaderamente fueras capaz de hablar, servirías para maestro, pero nadie viene a sentarse a los pies de un mudo. Si tomaras consciencia de tu mudez, Él te enriquecería con Su Habla, llegarías a hablar con el Habla de Al-lâh y conversarías con Él, de manera que tu oído sería el Oído de Al-lâh y todo lo que oirías vendría enteramente de Al-lâh.

» La ceguera, oh siervo, es otro de tus atributos. Si pudieras ver, contemplarías Su Nombre El Exteriormente Manifiesto, pero ahora no ves más que apariencias. ¿Dónde está tu visión de la Manifestación de la Verdad, cuando otras cosas que Él son más evidentes a tus ojos? ¡Lejos de Él el que pueda haber algún velo sobre Su Manifestación! [Para la Tradición a la que aquí se hace referencia, véase Muslim, Da’wât, 16; Tirmidî, Da’wât, 19.]. Ocurre tan sólo que la ceguera, tu atributo, te ha vencido y te has vuelto ciego aunque tengas ojos; todo por atribuirte la Vista a ti mismo. Pero si tomas consciencia de tu ceguera y tratas de acercarte a Él mediante actos tales que Su Buena Voluntad los acepte, entonces Él será tu Oído y tu Vista, y cuando Él sea tu Oído y tu Vista, no oirás más que a Él y no verás más que a Él, pues Lo verás con Su Vista y Lo oirás con Su Oído.

» Considera bien tu atributo de ceguera y medita sobre la sabiduría que reside en el atribuírtela a ti; entonces aparecerán sobre ti los rayos de la Visión. Entonces oirás lo que no oías y verás lo que no veías, pero esto no es posible más que por el conocimiento de ti mismo y por la meditación sobre la nada que es tuya con pleno derecho.

» Es Al-lâh quien ha manifestado las cosas por Su Propia Manifestación en ellas, como lo ha dicho precisamente un Gnóstico [se refiere a Abd al‑Karim al-Yîlî en su obra Al‑Insân al‑Kâmîl]:

Tú Te manifestaste a Ti mismo en las cosas cuando las creaste
y he aquí que en ellas los velos son apartados de Tu Faz,
Tú formaste al hombre con una parte de Tu Propio Sí,
y él no está unido a Ti ni separado de Ti.

» No cuentes a este mundo como una cosa y no creas que posee eternidad alguna con respecto a la Divina Presencia o que Le sea ajeno, pues no es más que una de Sus Manifestaciones, uno de Sus Secretos, una de Sus Luces. Al-lâh es la Luz de los Cielos y de la tierra» (Cf. Corán, XXIV, 35).



En otro lugar, dice:

«Es Su Voluntad que tú Le conozcas en lo que Él quiere, no en lo que tú quieres; ve, pues, como Él va y no trates de mostrar el camino. Si Lo conocieras en la Esencia, no Lo negarías en las manifestaciones de Esta. Su Voluntad es que Lo conozcas de verdad y no solamente de oídas.



» El Exteriormente Manifiesto no está velado sino por la intensidad de las manifestaciones; así pues, está presente con Él y no velado de Él por lo que no tiene ser fuera de Él. No te pares en la Ilusión de las formas y no prestes atención a la apariencia exterior de los receptáculos.



» No Lo conozcas solamente en Su Belleza, negando lo que te viene de Su Majestad (1), más bien adquiere una profunda ciencia en todos los estados y considéralo como conviene en los opuestos. No Lo conozcas sólo en la expansión, negándolo en la contracción, ni Lo conozcas tan sólo cuando concede, negándolo cuando retiene, pues un conocimiento así sólo es superficial. No es un conocimiento nacido de la realización».




Más adelante ilustra estas observaciones a propósito del simbolismo del Peregrinaje. Después de afirmar que la circunvalación alrededor de la Ka’ba significa la sumersión en la Presencia de la Unidad, dice que Safâ y Marwa, representan, respectivamente, la Belleza y la Majestad.



« Las idas y venidas de los Gnósticos entre estas dos estaciones son como el balanceo del niño en la cuna. Es la Mano de la Solicitud Divina quien los mueve de aquí para allá y los protege en los dos estados, de modo que no sufren por ello ninguna prueba, puesto que ya han sido sumergidos, en virtud de su circunvalación, en la Presencia de la Unidad y han llegado a ser como una parte de Ella. Y así, ni la Majestad ni la Belleza les afectan interiormente, pues están ya en el interior de Ellas, mientras que. para cualquiera que no sea ellos cada una de Ellas es una prueba. Os probamos por el mal y por el bien (Cf. Corán, XXI, 35). Para el Gnóstico, la Majestad Divina no es otra que la Belleza Divina y por ello se deleita en ambas a la vez. Nuestro Shayj, Sidi Muhammad Al-Bûzîdî, decía a menudo en momentos de sufrimiento: "Mi Majestad es Una con Mi Belleza", y entonces se le veía todavía más radiante de felicidad y con una mayor superabundancia de sabiduría que cuando se hallaba en una fase de Belleza. Un día sufrió una crisis tal que una de sus piernas y uno de sus brazos quedaron paralizados, y cuando llegamos a su lado, llenos de tristeza, las primeras palabras que nos dirigió fueron las siguientes:



"Desde que entré en la Vía, no he encontrado una expresión de la Verdad más elocuente que ésta: he dormido parte de esta noche bendita, y, al despertarme, he tocado mi brazo paralizado con la mano del que puedo mover; creía que no era yo mismo, pues mi brazo sin vida no sentía mi contacto. Lo tomé, pues, por un cuerpo extraño y llamé a la gente de la casa para que me encendieran una luz, diciendo: "Hay una serpiente a mi lado. La he cogido." Y cuando han encendido la luz, he visto que la mano de uno de mis brazos apretaba al otro, y no había ninguna serpiente junto a mí, ni en realidad nada que no fuera yo mismo, por lo que dije: "¡Gloria a Al-lâh! Éste es un ejemplo de la ilusión que se le presenta al buscador antes de haber alcanzado la Gnosis." Ve, pues, hermano, la condición del Pueblo, y cómo se deleita en la Majestad de Al-lâh porque están con Él en todo momento y no con las manifestaciones de Majestad o de Belleza y contemplan la expansión y la contracción igual que contemplan la noche y el día (Hemos hecho de la noche un velo y hemos hecho el día para la vida) (Cf. Corán 1 , LXXVIII, 10‑11), dos fases que son necesarias para la forma corporal, siendo la contracción el atributo de la carne y la expansión la del Espíritu. Al-lâh es el que contrae y el que expande (Cf. Corán, 11, 245). Pero, por el hecho de que el Gnóstico está con Aquel que contrae y no en la contracción misma, y con Aquel que expande y no con la expansión misma, es activo más bien que pasivo y está como si nada te hubiera ocurrido. Está, pues, con Al-lâh, oh tú que buscas y todo estará contigo, sometido a tus órdenes. Incluso aquello que para otros sería el fuego del Infierno se convertirá para ti en un Paraíso, ya que la Mano de Misericordia, de Gracia y de Solicitud te mece de acá para allá, cuidando de que no conozcas ningún sufrimiento y de que no te falte nada. Deja que la Estación te busque: no la busques tú (* 2), puesto que ella fue creada para ti, no tú para ella. Permanece vuelto hacia Al-lâh, acogiendo con satisfacción todo cuanto te viene de Él. No te preocupes de nada, por el contrario, deja que todo se ocupe de ti; por tu parte, ocúpate en proclamar el Infinito diciendo No hay más Al-lâh que Al-lâh, completamente liberado así de todas las cosas, hasta que llegues a ser el mismo en uno o en otro estado y estés en Safâ como estás en Marwa. Que la Perfección (Kamál), que es Beatitud a la vez en la Majestad y en la Belleza sea tu atributo».




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