EL MAESTRO QUE NADIE ADVIRTIÓ

¿Quién es el Sheikh Hassan Dyck?

Entrevistas - 19/03/2010 7:24 - Autor: Cicco - Fuente: hipercritico.com


Vino AC/DC. Vinieron los muchachos de Coldplay. Vino Julio Iglesias y vinieron las estrellas del reggaeton. Toda esa gente vino a la Argentina y fue sensación. Los medios le dieron espacios abismales y los recibieron con bombos y platillos. Sin embargo, estuvo de gira por la Argentina y Chile hasta hace poco, un hombre de barba blanca y turbante, un señor solitario, en apariencia frágil, y que va por todo el mundo tocando su cello y contando historias. Si no fuera porque alguien te lo recomendó, o tenés curiosidad por Oriente, o no sentís prejuicio alguno y aún creés que, detrás de un turbante y una barba, se puede esconder un maestro, entonces, quizás te enteraste quién es el Sheik Hassan Dyck. Porque, si fuera por los medios, salvo excepciones, este hombre hubiese atravesado nuestro país como un sueño.

Sheikh: así llaman a sus maestros los sufis, el camino místico del Islam que entiende que todo parte y concluye en Dios. Se dice que el sufismo concentra la esencia de todas las religiones. Defienden a Muhammad. Pero también a Jesús y a los patriarcas del Antiguo Testamento. Los sufis cultivan el buen carácter, se inclinan por el amor incondicional y consideran la música, como el mejor trampolín para acercarse a Dios. Hassan Dick, seguidor del gran Sheik Mawlana Nazim Al Haqqani, a quien llaman en Europa “el mago de la música” es una prueba viviente de cómo se puede ser humilde, se puede ser agudo, se puede ser un gran artista y, además, se puede ser un maestro sufi. “Él quizás está en este mismo cuarto”, dicen los que lo conocen, “y es tan sencillo que nunca notarías su presencia. Sólo abre la boca si tiene algo importante para aportar, si no, prefiere callar”.

Si escuchás por primera vez su música, lo más probable es que sientas cierta incomodidad. No es música de cuna. No es música de Coldplay. No es música para bailar en el boliche. El Sheik culmina sus shows con mantras y palabras sagradas en árabe, y, si te quedás afuera, si no cantás con él, lo más probable es que te parezca una locura absoluta. Pero, si dejás tu oído de radio FM a un lado, si cantás, tal vez encuentres que su música te lleve adonde él quiere. Y creeme: si eso sucede, vas a amar a este hombre.

Con un pie en el aeropuerto de Ezeiza, el Sheik contestó siete preguntas. Se tomó su tiempo, respiró hondo y expuso por qué el Islam, más que una amenaza, puede ser el mejor camino para acercarse a Dios.

–¿A qué edad se hizo sufi?

-Entré al sufismo el día que nací, porque como dijo el Profeta Muhammad todo ser humano nace musulmán, que quiere decir, alguien completamente rendido a la voluntad de su Señor. Y nuestro camino se trata de rendirnos a la voluntad de nuestro Señor, dejar nuestro ego y rendirnos. Luego, al tiempo de nacer, quizás se te educa de una forma distinta, por ejemplo, en mi caso yo he sido educado como cristiano, y tomé este camino, por decirlo así, a los 29 años. Y cambió mucho, cambió mucho, podría decir que fue como la noche y el día, primero viene la noche y luego el día, primero la oscuridad y luego la luz.

-Cuéntenos, ¿por qué el Islam tiene tanta mala imagen en Occidente?

-La mala imagen del Islam tiene que ver por un lado con cuestiones políticas. Cuestiones políticas y poderes negativos, de gente muy codiciosa que quiere meterse todo el mundo material en sus bolsillos. Y el Islam es el único poder en este mundo que ellos ven como una amenaza. Solo el Islam puede salvar al mundo de la completa destrucción de estos tiempos. Decimos, por ejemplo, que tomar solo una regla del Islam puede salvar al mundo. Por ejemplo, eliminar los intereses. Imagínense, los intereses hoy están empobreciendo a la gente, endeudando a los países. Si eliminas los intereses mucha más gente estaría feliz y en paz, y salvarías a cien mil personas que cada día mueren de hambre. Esto es un asesinato.

Y, por otro lado, esta mala imagen del Islam, tiene que ver con errores dentro de la comunidad musulmana, especialmente de cierta gente extremista, que han sido mayormente educados en la doctrina wahhabi. Es una doctrina que solo tiene doscientos cincuenta años, originada en un hombre llamado Abdul Wahhab, que vino a intentar negar o modificar lo que venían sosteniendo los eruditos musulmanes por dos mil quinientos años. Esta gente extremista, quisieron inventar algo nuevo y negaron el sufismo. Y el sufismo busca cambiar el carácter del ser humano. Y el Profeta vino por esta razón, para cambiar el carácter del ser humano. Y esta gente niega a los santos, a los maestros. Por esta razón han perdido el buen comportamiento, y se han volcado al fundamentalismo, al fanatismo, y cometen atentados suicidas, que es algo absolutamente prohibido. En el Islam está prohibido inclusive matar sin razón a una hormiga. Pero ellos manipulan las sagradas escrituras para tomar lo que ellos quieren.

-¿Le parece bien que el presidente Obama haya recibido el Nobel de la paz?

Me sorprendió mucho, porque parece una ironía. Porque no existe un país en la historia que haya llevado adelante tantas guerras como ese país. Y él es el presidente de ese país, por eso digo ¡es un chiste! Podríamos decir, bueno, él intentó llevar adelante ciertos diálogos, pero ¿Dónde están los resultados? ¿Alguien ha visto los resultados?

-Para alguien que no sabe qué es ser sufi, ¿en qué diría que se distingue de otros caminos espirituales?

-La diferencia es la misma que hay entre un auto bueno y un auto lento. O la diferencia que hay entre un cohete y un burro. Porque el sufismo es la esencia de todo camino esotérico. El sufismo no es algo nuevo. Un santo dijo: la semilla del sufismo fue sembrada en el tiempo de Adán, el florecimiento del sufismo fue en el tiempo de Jesús, la paz sea con él, y los frutos del sufismo fueron tomados en el tiempo del Profeta Muhhamad, la paz sea con él. Siempre hubo sufismo, porque el sufismo es el camino del ser humano para encontrar a su Señor. Uno viene de su Señor, aparece en este mundo, vive su vida, corta vida, y retorna a su Señor. Su alma vuelve a los Océanos de misericordia de su Señor. El sufismo trabaja en la Unión de estas realidades, en la conexión con los cielos, conexión con Dios. Y esto se logra a través del buen carácter, respetando a todos, siendo amable con todos, ser paciente para cargar las malas características de los demás, rezar a tu Señor, incrementar tu fe, porque cuanto más fuerza espiritual tengas, mejor te vas a comportar con la gente. Y el sufismo es perfecto. A todos los caminos podés encontrarlos en el sufismo. No hay camino espiritual que no esté contenido en el sufismo.

-¿Es posible amar a los enemigos?

-Por supuesto. Es lo que han hecho los profetas. Los ciento veinticuatro mil profetas que Dios ha enviado como mensajeros para mostrar su camino hacia Él han hecho esto.

Es difícil para la gente común, pero los profetas lo mostraron. Jesús, la paz sea con él, dijo: si alguien te pega, muéstrale la otra mejilla. Así fue en el tiempo de Jesús y también en la primera época del profeta Muhammad, la paz sea con él.

Luego el Profeta Muhammad recibió la orden divina de defenderse a sí mismo.

Si una víbora te ataca podés matarla, o si viene un loco y amenaza a tu familia debés defenderte. Así es en el Islam. Pero, al mismo tiempo, en el sufismo decimos que, verdaderamente, no hay enemigos afuera de uno. Por lo tanto, en ese caso la pregunta pierde sentido. Por eso los Profetas tenían ese inmenso corazón, porque comprendieron que no tenían enemigos, que es una ilusión creer que el enemigo está afuera de uno. No hay enemigos afuera de uno, es una ilusión. Una ilusión que Satán, el demonio, planta en tu corazón.

Tenemos cuatro enemigos y están todos en nuestro interior. El primero de esos cuatro enemigos es el demonio, que todos tenemos dentro, y es el que te hace creer que tenés enemigos afuera. Te alimenta con ilusiones y pensamientos equivocados.

Segundo, tu ego, que te hace correr detrás de sus deseos, que quiere todo, y se vuelve un mounstro, porque es envidioso, codicioso, iracundo, orgulloso y además es un tirano.

Causa problemas en uno mismo y en los demás. Así es el ego sin control. Un gran enemigo. El mayor enemigo.

El tercer enemigo es el amor excesivo por este mundo, el amor excesivo por lo material, lo que lleva a tu ego a querer tenerlo todo. Ese es otro enemigo.

Y, finalmente, tus inagotables deseos, de la mañana a la noche tenemos una fuente inagotable de deseos y más deseos. Este es otro enemigo.

Porque, finalmente, debes dejar tus deseos por el deseo de tu Señor. Esos son los cuatro enemigos que tienes. Otro enemigo no tienes. Y, si vemos algo malo en alguien no decimos: esa es una mala persona. Decimos: él está ahora cargando una maldad. Pero, de un momento a otro, quizás Allah lo cambie, lo haga mejor. Pero no decimos esa persona es mala.

-¿Por qué se hizo músico?

-No me siento un músico. O sea, toco música, aprendí música, mi madre era cantante de ópera y yo estudié música y fue mi profesión por algún tiempo. Pero yo no me siento un músico, sino que nosotros utilizamos la música como un medio, un medio para experimentar realidades espirituales. Ese es el mensaje de nuestra música. Experimentar nuestra espiritualidad.

Por ejemplo nosotros llamamos a nuestros encuentros conciertos, porque es la palabra más conocida para la gente. Pero en tiempos antiguos estos encuentros eran llamados Samá. Este era el nombre que usaba el gran santo y poeta Jalaludin Rumi para sus sesiones de música. Samá significa “el que escucha” y nuestros encuentros son encuentros para escuchar. Antes que todo está la escucha. El origen de la palabra Samá está en uno de los 99 preciosos nombres de Allah, el Creador. Uno de esos 99 nombres es Sami, el que todo lo escucha. Y la condición para el Samá es que el intérprete debe conectar su corazón con la realidad espiritual de su maestro, con el corazón de su maestro. Y, a través de esa conexión, llega la inspiración de lo que es necesario para la audiencia. Es una conexión muy fuerte con la audiencia.

Es por ello que Rumi dijo: El que toca es el que escucha y el que escucha es el que toca.

Porque el maestro, a través de sus secretos espirituales, envía a cada corazón, a través del intérprete, lo que cada corazón necesita. Nuestro maestro se llama Muhammad Nazim al Haqqani, tiene 87 años y vive en Chipre. Por lo tanto todos escuchamos, somos todos oyentes. Y hay un mensaje, el mensaje es que cada uno despierte, despierte en esta vida. Como dijo el Profeta Muhammad, la paz sea con él: “muere antes de morir”.

-¿Cuál son las tres lecciones más importante que aprendió en su vida?

- Si estás despierto, consciente, todo es una lección. Por ello el Profeta Muhammad, la paz sea con él, dijo que aprender es una obligación. En el Islam tenemos una diferencia entre lo que es optativo, recomendable y lo que obligatorio. Cosas que debes hacer y cosas que podrías hacer, que son voluntarias. Y el dijo: Para el ser humano es obligatorio aprender desde el comienzo hasta el fin. Por ejemplo, un bebé aprende muchísimo. Todo el tiempo está aprendiendo. Luego, cuando crece, debe aprender concientemente, darse cuenta que cada cosa es un aprendizaje. Y, si mira con sabiduría, va a saber tomar el aprendizaje de cada situación. Y nuestro maestro dice: No debes mirar sin sabiduría nunca. Si miras algo sin conciencia te estás equivocando. Usa los ojos que Dios te dio con sabiduría, Usa los oídos que Dios te dio con sabiduría, usa la lengua que Dios te dio con sabiduría, para cosas buenas, no para cosas malas. Usa el corazón que Dios te dio con un buen propósito, usa la mente que Dios te dio para cosas buenas. Úsalas con sabidurías. Y vas a encontrar infinita sabiduría. Por eso, si debo hablar de situaciones no sabría por donde empezar. Este momento es una lección, cada momento es una lección, en todos lados.

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